PEDRO ORTEGA ARAGÓN

Pedro nació un dieciséis de marzo de 1939, teniendo la mala fortuna de quedar huérfano cuando contaba pocos años, viviendo aquí en Facinas en casa de la tía Josefa Ortega, esposa de Ignacio Serrano al que le llamaban Ignacio el Campanero por venir procedente de La Campana, una cortijada de este término municipal.

Muy joven comenzó Pedro a ganarse la vida, entrando como dependiente en Casa Villanueva, firma tarifeña que se instaló en Facinas allá por los años cuarenta o cincuenta.

Fue un trabajador fiel y honrado que entregó toda su sabiduría que no era poca al servicio de una empresa que al cabo de muchos años no le recompensó como se merecía, despidiéndole de no muy buenas maneras.

Con una inteligencia natural, capaz de asimilar cuanto caía en sus manos.

Curioso hasta “dejárselo de sobra”, simpático y dinámico.

Amigo leal y facinense ejemplar en todo lo que ha pertenecido, que han sido todas las asociaciones y movimientos del pueblo, fueran de la iglesia, sociales, deportivas, etc.

Casado con Amparo Parras Jaén, una mujer muy inteligente, amable y simpática con la que ha tenido tres hijas; Amparo, Lourdes y Sonia, tres universitarias que son el orgullo con todo merecimiento del matrimonio.

Dos nietos alegran con sus visitas muchos fines de semana, vacaciones y otros encuentros.

Los últimos años anteriores a su jubilación, ha sido Pedro el conserje del Colegio Público Divina Pastora de Facinas, y allí se granjeó el cariño de los chiquillos, el agradecimiento de los padres y el respeto de los profesores.

Descargó aquí toda su ternura, su espíritu de sacrificio, su saber estar y las ganas de ser útil innatas en él.

Nunca pudo tener este centro mejor conserje (sin menospreciar a otros, claro está), y pienso que ningún otro trabajo le hubiera ofrecido como éste la oportunidad de sentir la satisfacción de verse valorado y querido como persona y compañero.

En la parroquia son imprescindibles sus manos para toda clase de reparaciones, y sobre todo para el montaje y adorno de las imágenes para que procesiones por el pueblo.

En su retiro laboral construye toda clase de manualidades y realiza cualquier tipo de obra casera, ya sea de carpintería, electricidad o albañilería.

Últimamente también dedica algún tiempo al “producto de la huerta”, ya que en Saladavieja atiende una pequeña propiedad a la que saca su fruto.

Este “personaje” de Facinas ha sido siempre uno de mis amigos especiales, esos en los que siempre confía, a los que no paras de admirar por su capacidad, su categoría humana y su sencillez.

Chan Álvarez